martes, 27 de septiembre de 2011

Cara de hereje (cuento)

A fin de cuentas, llevaban largo tiempo así; poco sentido tenía reparar en ello. Antaño, la vez primera, una sórdida atmósfera plagada de incertidumbres, de culpas y de anhelos, había desencadenado la febril locura de lo prohibido; con la vana y tácita promesa postrera de que aquello no se repetiría. Hogaño, el tiempo condensaba reencuentros en la irresistible necesidad de la carne, que ahogaba todo matiz de cordura.

No recordaban la última vez que se habían mirado a los ojos. Ambos sabían, inconscientemente, lo que eso significaba: un doloroso vértigo que alcanzaba sus entrañas. Entonces, todo se reducía al usual intercambio de palabras vanas, de momentos incómodos marcados por el silencio que solía atravesarlos. Ella frotaba sus manos, con la mirada absorta en el zócalo de la pared contraria, con el alma pálida, desolada, ante el monótono paso de los días sin el menor sobresalto. Él, con errantes ojos, recorría cada rincón de aquel departamento mal decorado y venido a menos, al que siempre retornaba con alguna excusa, innecesaria por cierto.

Y así, tras el mismo y torpe intercambio de palabras, sobrevenía algún ofrecimiento. Unos mates, unas tortitas, un poco de mermelada casera, “como la que hacía mamá”, o algo por el estilo. Cosas que él nunca rechazaba, aunque no lograba disimular su premura por asir su cintura, la única que conocían sus manos. Y la humedad sofocaba todo desencanto de los días de ausencia. Y todo retornaba a su lugar: la certeza de no querer otra cosa en el mundo se traducía en la fuerza de los abrazos; esos que ella esperaba volver a sentir cada vez que él se echaba a andar, calle abajo, lento, muy lento, como resignado a la realidad de una nueva espera.

Una noche, cuando todo se hubo consumado, urgía otra vez la desgarradora necesidad de la distancia. La despedida, como siempre, se redujo a ese denso intercambio de silencios. Él, al bajar las escaleras, de súbito se detuvo, intentando vanamente volver la vista atrás. El maldito peso de lo irreversible, implacable, le cayó encima. Entretanto, la puerta, que por unos instantes había permanecido entreabierta, se fue cerrando lentamente, con ese cuidado inútil que se tiene cuando ya poco hay por hacer… Y la mujer, corriendo su cana cabellera con mano temblorosa, entornó la mirada viendo a su único hermano alejarse de su lado.

Volvería; siempre lo hacía. Después de todo, en este mundo casi nada es lo que parece. Y es que la necesidad, se sabe, tiene cara de hereje.

martes, 30 de agosto de 2011

Ocre la tarde (poesía)

Crujen bajo mis pies
los últimos retazos
de este otoño.

Con cada paso mío
delicada se estremece su piel,
en sutiles hábitos
de quebranto.

¡Crudo invierno!
hoy pretendo ignorarte;
sólo tengo ojos
para las primeras golondrinas.

viernes, 12 de agosto de 2011

El "unomismismo"

Me causa cierta sorpresa esta nueva moda que yo llamo del "unomismismo". Muchos llevan en sus bocas palabras cuyo significado no viven a fondo, sentidos que nunca han padecido o no han parido con dolor, o como para llorar al ver una vaca luego de haberse quemado con leche.

Saber por uno mismo qué implican ciertas cosas, que son determinantes a nivel existencial, es algo serio, pero se repiten cada vez con mayor frecuencia y con tanta liviandad que no surten demasiado efecto y pasan de largo. O lo harán en poco tiempo más, cuando esto acabe como acaban todas las modas; es decir, siendo negadas por una novedad más nueva todavía.

Digamos que "garpa" decir, bloggear, postear o tweetear, "vos mismo tenés la respuesta" u otros giros por el estilo que ahora no recuerdo, para que se sumen voces de aprobación que no forman sino un coro informe -valga la contradicción- que, en vez de reforzar la idea como los coros del teatro griego, hacen que se pierda lentamente como un eco en la montaña: fuerte y sorprendente al comienzo, vago y lánguido con el tiempo, inútil al final.

A ver, estas redes sociales son una herramienta fantástica, confío mucho en lo interesante que pueden llegar a ser y que son muchos los fenómenos que tienen origen a partir de estos contactos, pero, como siempre, esto exige un esfuerzo de comprensión, de "aprehensio" (según el latín), de interpretación de la palabra y de lo que ella conlleva; que no es momento todavía de que logremos verdaderamente comun-icarnos estos significados de enorme valor vital. Edmund Husserl, un gran pensador alemán de fines del XIX y principios del XX, enseñaba -casi al pasar- que en este fenómeno del lenguaje las palabras evocan, por decirlo así, un significado, un sentido: aluden a él. ¿Cómo? Pues haciéndose transparentes. Cuando oímos la palabra "rosa" abandonamos la mera expresión, fonética o escrita, y vamos tras su significado, pues es como si desapareciera de nuestra atención, e incluso del significado saltamos al objeto que es, a su vez, evocado.

Sin embargo, hay... no sé, como un cierto aire que se respira en esa pose estética del "unomismismo" que me hace ser conservador respecto al estadio que todavía atravesamos en torno a estas redes, y no confío en que lo que nos sucede sea mucho más que eso: una simple pose estética porque garpa decir estas cosas. O, lo que es peor, un grito desesperado de soledad, la misma que nos lleva a estar presentes aquí para poder, de alguna forma, "existir". Entonces, cuando un partidario de la moda "unomismista" levanta la bandera, aplaudimos al unísono con el grito -o marca- de "me gusta"; incapaces por cierto de detenernos lo suficiente sobre lo que se nos está ofreciendo para meditarlo y contrastarlo con el a-veces-horrible-gris de la vida cotidiana; y apurados para poder "me gustear" otras poses estéticas en las que no podemos estar ausentes.

En fin, no me disculpen, gracias, no es que no lo necesite. Entoné la palabra y aquí está mi voz; soy "socratista" antes que "unomismista", amo el silencio y la palabra que es hija de su hondura, y, aunque no detesto la otra, la prostituida de cientos de formas, prefiero detenerme a tiempo cuando logro darme cuenta de ello, de dónde y cuándo es necesario o vale la pena hacerlo. Pues vamos, que ya Sócrates cristalizó la idea -y la forma de vida que conlleva- en la sentencia "Conócete a ti mismo".

Por otra parte, también prefiero, a ciertos intervalos, “inexistir” como dijo Dolina, pues a veces el mundo, como ya he dicho, con su ruido ensordecedor, me resulta indiferente.

En fin, cada cual atiende su juego, y del dicho al hecho...

viernes, 5 de agosto de 2011

Estadística

Estudios recientes revelan que, en el mundo, una de cada dos personas es hombre... o mujer.
Y la otra... también.

viernes, 8 de abril de 2011

Renacer II (poesía breve)

Que venga el fuego
¡una vez más!
y me haga cenizas.

Luego,
tomaremos vino por ellas;
mi memoria lo invitará.

jueves, 6 de enero de 2011

Enero, primera quincena

Lo bueno de trabajar cuando la mayoría está de vacaciones es que se han llevado la locura a otra parte. Y hoy la ciudad huele... no sé, como a silencio. Y en las calles se respira algo inusual: espacio, que se expande y, con él, la mirada.

Sí, me voy a ir de vacaciones en febrero, cuando casi todos vuelvan; me voy a ir por ahí, a desencontrarme con la multitud.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Máxima II

Cuando una mirada logra acariciar el alma, toda palabra debe habitar un tiempo distinto.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Anhelo (poesía)

Quiero ser canción del viento
llegando manso a tu orilla,
dibujar una sonrisa en tus labios
y olvidar un beso en tus mejillas.

Quiero ser el aroma dulce
en las tibias tardes de noviembre,
de todos los tilos en flor
a la hora del poniente.

Quiero ser el ritmo de las aves
en su danza milenaria,
y el sereno aliento de sus ojos
cuando nace la mañana.

Quiero ser, por una vez,
cada milagro del tiempo,
dejar atrás esta piel
y fundirme en el silencio.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Explícito II (poesía)

Entre tus manos y mi carne
se halla mi piel encendida,
de banal deseo ardiente
en los albores del día.

Lenguas doradas de locura
descienden raudas por mi espalda,
furiosas estallan
[harto húmedas]
ahogando en éxtasis mis ansias.

Inquieto miro tu rostro
vencido ya por el fuego;
enmudecen mis brazos,
en tu cuello,
y nos absorbe el silencio...

domingo, 21 de noviembre de 2010

La condena de la luz (poesía)

El día somete tus ansias
a la condena amarga de las horas,
anclada, inmóvil, fundida,
en la piel de todas las cosas.

Besando palmo a palmo cada ser,
queriendo penetrar su silencio,
perfumas de color su rostro
en las entrañas mismas del tiempo.

La noche libera al fin tus pasos,
sedientos del camino que añoras;
y así huyes al encuentro
(fatal)
de una nueva aurora...

jueves, 18 de noviembre de 2010

Sin nombre (cuestión de método)

Dos lados
de un mismo juego:
una metáfora,
que caiga dentro de otra,
y tu suspiro que las devore.

Quiero eso para mi poesía:
una espiral de sentido
que descienda siempre un poco más,
con ese vértigo dulce,
casi erótico, que surge,
cuando se acaricia una idea;
y que llegue hasta el final
donde tus ansias dormían.

Mientras tanto,
el sereno ejercicio de la espera,
para que los versos atraviesen mi carne
y se tornen sutiles...
como las palabras.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Resolana (poesía)

Vuelve la brisa cansada
de tanto correr lejanías,
con mansos pies de paloma
por donde clarea el día.

Y un suspiro,
profundo,
bebe secretos de otro tiempo;
contempla tu pecho,
desnudo,
y se sumerge en el silencio...

martes, 2 de noviembre de 2010

Mi caja boba (una expresión, nada más)

No tengo tele en casa. Bah, tengo uno; nunca lo prendí. Le dibujé una sonrisa hace dos meses y nos saludamos todos los días. Se ha hecho amigo de mis libros, pues descansan lomo a lomo. Suelen cubrirse del polvo de los días y cada tanto los desnudo con música de fondo...

En fin, sí, supe que se había muerto "el último estadista", ¿qué puedo hacer? A veces el mundo, con su ruido ensordecedor, me resulta indiferente.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Musa (poesía)

Mano a mano con el diablo
aguardamos tu regreso,
de algún instante olvidado
en los confines del silencio.

Quiero despertar otra vez
¡sólo por un momento!
del sopor de la inexistencia,
del bullicio,
del tormento;
y oponer resistencia:
narrando tu dulce aroma
o el suspiro del viento.

Mientras tanto, la sequía,
como un áspero sueño,
huérfano de colores
y plagado de espinas,
que ahoga mis palabras
y adormece la poesía...

lunes, 18 de octubre de 2010

Amanece II (poesía)

Un delgado manto de silencio
cubre de caricias mi corazón dormido.

Un suspiro profundo,
en el abismo de mis sueños,
sediento nombra tu piel,
tierno manjar de mis labios;
otrora manso rehén
de la furia de mis manos.

Los aromas dulces,
tus sabores intensos,
lentos quedan atrás
como vértigo de otro tiempo.

En la hora más serena,
el color de la mañana anuncia tu partida
y te desprendes de mi cama
como barca de la orilla.

martes, 28 de septiembre de 2010

Mediodía de los cerros (poesía)

Donde danzan las nubes
de la mano del viento,
dejé mis cenizas olvidadas
en un rincón del tiempo.

Mis ansias convertidas en silencio,
en paz todo mi anhelo,
de besar con mis pies las alturas
y mirar al fin con ojos nuevos.

La mirada hundida en la distancia
bebiendo los caprichos de la luz:
que es todos los colores,
luego todas las formas
y se expande, sin cesar,
en la piel de todas las cosas.

En éxtasis fulgura mi alma
bajo el tibio sol de mediodía:
aquí, donde el aire es más sutil,
profunda reina la calma;
el horizonte se quiebra,
a sus anchas,
y se cuela en mis retinas.

martes, 21 de septiembre de 2010

Sueño realidad (poesía)

Navego los confines mudos
de un tiempo que desconocía,
besando jardines ocultos
en los bordes de tu sonrisa.

El vasto mundo a tus pies
con el sólo atisbo de tu mirada,
que convierta en fuego la piel
y llene de pájaros el alma.

Abandono, entonces, todo suelo firme
y ensayo el beso único
[que por fin conquiste]
el futuro incierto de tu vientre.

Tres retazos de mis sueños
en el ávido juego de tus manos,
húmedo este tiempo cuerpo a cuerpo
y en cada caricia un pacto sagrado:
nada ya detrás;
sólo el ahora pleno,
con la fuerza de mil soles bañado.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Amapola (poesía breve)

La tierra se inunda de luz
y ésta vive su sino al abrazarte.

Radiante, esplendorosa,
borras el enigma
[al menos]
por un instante.

Transfiguración (poesía)

Ya no son mis manos
las que esgrimen estos versos;
tampoco mis dedos
los que se hunden en tu pecho.

Hoy es el ocaso pleno
del dulce día de tus besos;
y yo, pura poesía:
carne viva que destila
húmedos aromas de aquella dicha...

martes, 31 de agosto de 2010

Deseo II (poesía)

Mis manos pretenden tu cintura
ingenuas en su andar,
ellas nada saben mirar
más allá de tus caderas;
tienen el alma en pena
y un enigma por descifrar.

La dulce silueta de tu espalda
guarda secretos inconfesables,
conoce húmedos abismos
[insondables]
en los que me sumerjo
[perplejo]
en nada temo al olvido;
acepto su ley implacable.

Cuando escampa la lluvia
un silencio nuevo abraza la tierra;
así descansas en mi pecho
[entregada desnuda a tus sueños]
tras haber arrojado luz
en las aristas del misterio.

jueves, 26 de agosto de 2010

Explícito (poesía)

Una gota de ansiedad
ha caído sobre mi vientre,
y una mirada sonriente
respira mi misma humedad.

Unos dedos ardientes
fuerzan sagaces mi destino
y encienden mi carne,
rugiente,
presa de tus labios enmudecidos.

Cierro mis ojos
[vencido]
casi no soporto tus embates:
me doblegas, me entrego,
te golpeo, te supero;
nada parece ya colmar
nuestro único deseo…

De tu fuego infinito,
de mi silencio animal,
nace ahora cierta unidad;
no efímera, no fugaz,
sino dulce quimera gloriosa
que derrama, sobre el final,
la esencia de todas las cosas.

Renacer (poesía)

Ahora, que me ignoras,
¿me confinas realmente al olvido?

Cuando callas de este modo nuevo,
no con tu mirada acariciando mi piel
sino con este frío silencio de invierno,
¿nada añoras de todo lo mío?

Pasan las horas y vos aquí,
[detenida]
en el amargo desvelo de mis noches
y en el áspero letargo de mis días,
pues aquel infernal dorado de tu pelo
zigzaguea en mi memoria
e implacable me encandila.

Dos tiernas palomas se posan en mis manos:
una bebe mis lágrimas,
la otra susurra cantares a mi oído;
diciendo, entre sollozos,
que mi dolor les duele,
pero que el tiempo nada teme
en la espera de mi gozo.

Me resuelvo entonces
a soltar mi dicha otra vez,
a los aires, a la tierra, al agua o al fuego;
nada guardo en mi pecho
si he de crearme un mundo nuevo…

Al que ya no gobierne tu sonrisa
ni tenga por música tus besos,
hoy decreto que crezca la hierba
donde duermen mis cenizas.

domingo, 22 de agosto de 2010

Infancia (poesía breve)

Viento y marea
sal y espuma
Juan Salvador y yo.

Inquisición (una expresión, nada más)

Y si pudieras... palpar el silencio, ¿en qué te habrías convertido?

Declaración de principios (una expresión, nada más)

Hoy anhelo ser dueño de la brisa como errante pluma sin destino, que vive su instante como única verdad.

Aquí, en mi pecho, algo fluye con la fuerza de mil bestias aladas, de decenas de guerreros marchando a la muerte -como a la vida.

Hoy no me busques más con tus ojos; sólo hallarás un cuerpo viejo o quizás cientos de despojos. Adivíname sutil en el aire y vendré gustoso hacia tu piel, ignoto, transfigurado, como un aroma inefable.

Hoja de otoño

El aire tenue de este otoño distinto
deja en mis labios un beso nuevo.

Como aquella brisa del poniente
que encendió de fuego tu bello rostro
y puso en mis venas
(impiadoso)
este veneno ardiente.

Amanece (poesía)

‎En la blanda entrega de tu cuerpo
asoma el destello de un deseo nuevo.

En el jugo prohibido de tus besos
se enciende mi carne,
extirpando su anhelo.

No preguntes a la mañana
si ha llevado la noche a otra parte;
muere conmigo,
ahora,
abrazando el suave contorno
de este instante.

jueves, 19 de agosto de 2010

Deseo (poesía)

Un delgado hilo de locura
se desprende de mi cuerpo
y busca, ansioso,
el sutil aroma de tu pelo.

Besa como besan mis manos,
acariciando el fondo de tus sueños.

Un delgado hilo de locura
se escapó de mi cuerpo,
y hoy duerme en tu regazo,
sonriente,
y se funde,
crujiente,
en el fino velo de su ocaso.

Fugaz (poesía)

Canta la flor su silencio,
que es un modo de cantar
y oye el viento muy atento,
que se ha detenido a mirar.

Sube el aroma sereno
buscando la inmensidad,
como quien moldea un anhelo
[pleno, en el ocaso]
con destino de oscuridad.

Canta la flor su silencio;
se detuvo el viento a escuchar,
y el aroma le susurró al oído:
¡Vive! no pienses en nada más...

Flotar (poesía)

Quiero un silencio sin bordes,
sin prisa,
repleto de colores.

Un silencio allá,
en los confines,
radiante, esplendoroso,
y que huela a jazmines.