Dos lados
de un mismo juego:
una metáfora,
que caiga dentro de otra,
y tu suspiro que las devore.
Quiero eso para mi poesía:
una espiral de sentido
que descienda siempre un poco más,
con ese vértigo dulce,
casi erótico, que surge,
cuando se acaricia una idea;
y que llegue hasta el final
donde tus ansias dormían.
Mientras tanto,
el sereno ejercicio de la espera,
para que los versos atraviesen mi carne
y se tornen sutiles...
como las palabras.
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