No tengo tele en casa. Bah, tengo uno; nunca lo prendí. Le dibujé una sonrisa hace dos meses y nos saludamos todos los días. Se ha hecho amigo de mis libros, pues descansan lomo a lomo. Suelen cubrirse del polvo de los días y cada tanto los desnudo con música de fondo...
En fin, sí, supe que se había muerto "el último estadista", ¿qué puedo hacer? A veces el mundo, con su ruido ensordecedor, me resulta indiferente.
Inevitable enterarse de ciertas cosas y otras, que nos podrían servir, apenas se difunden.
ResponderEliminarCosas que pasan!!
Y no son de las que llegan con bombos y platillos. Pero bueno, es cosa de cada uno, ¿no? Nada que reprochar a nada ni a nadie: el sistema es lo que es, funciona así, y todos sabemos que cada cosa sobre este mundo es o puede ser un objeto de consumo más. Ser libre, hoy por hoy, es algo bien difícil de definir, y eso se hace activamente. Abrazo, Esteban, y gracias como siempre.
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