Canta la flor su silencio,
que es un modo de cantar
y oye el viento muy atento,
que se ha detenido a mirar.
Sube el aroma sereno
buscando la inmensidad,
como quien moldea un anhelo
[pleno, en el ocaso]
con destino de oscuridad.
Canta la flor su silencio;
se detuvo el viento a escuchar,
y el aroma le susurró al oído:
¡Vive! no pienses en nada más...
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