Lo bueno de trabajar cuando la mayoría está de vacaciones es que se han llevado la locura a otra parte. Y hoy la ciudad huele... no sé, como a silencio. Y en las calles se respira algo inusual: espacio, que se expande y, con él, la mirada.
Sí, me voy a ir de vacaciones en febrero, cuando casi todos vuelvan; me voy a ir por ahí, a desencontrarme con la multitud.